«El F-22 está volando. Desde este momento, cualquier cosa que vuele es un objetivo.» dijo Vinny Devino, jefe de diseño de Lockheed y encargado de convertir el prototipo YF-22 en el primer F-22A de serie, en la mañana de un 7 de septiembre de 1997.
Atrás habían quedado años de planos, diagramas y ajustes: el controvertido y eterno programa ATF (Advanced Tactical Fighter) había nacido en 1981 buscando reemplazar al mítico F-15 Eagle. En 1987 quedaron dos competidores finales: el Lockheed-Boeing-General Dynamics YF-22 y el El Northrop/McDonnell Douglas YF-23.
Ambos prototipos volaron en 1990 y finalmente el YF-22 ganó el concurso en 1991. Seis años, 44.000 horas de pruebas en el túnel de viento, 13.000 pruebas de material y tres modificaciones de programa obligadas por el Congreso estadounidense después, el F-22 estaba listo para volar.
Con su camiseta de la suerte de Super Chicken bajo el traje de vuelo, el piloto jefe de pruebas Paul Metz levantó el morro del Raptor y ganó rápidamente velocidad y altitud, incluso con el tren de aterrizaje abajo.
Jon Beesley, que pilotaba el chase plane (elemento de seguridad estándar en los primeros vuelos, para informar en tiempo real al piloto del avión testeado las condiciones y si hay algo anormal que pueda ser observado), tuvo que poner su F-16 en postcombustión para poder seguir el ritmo del Raptor.
Tras dos circuitos en una ruta triangular alrededor del norte de Georgia, Metz aterrizó cincuenta y ocho minutos después. Al llegar a la pista de rodaje, giró ligeramente el avión, pisó los frenos y se inclinó ante el público.
El vuelo inaugural fue el primero de los 3.496 vuelos y 7.616 horas de prueba que se realizarían en la fase de desarrollo de ingeniería y fabricación del F-22. La Fuerza Aérea declaró al F-22 operativo en 2005.
Este caza monoplaza bimotor presenta una combinación de capacidades que son nada menos que revolucionarias. Puede elevarse a 16.000 metros de altura y volar a velocidades supersónicas durante largos periodos de tiempo gracias a una capacidad sin precedentes conocida como «supercrucero», que propulsa el avión a velocidades superiores a Mach 1,5 sin utilizar postcombustión.
Puede acelerar rápidamente y realizar giros muy cerrados, incluso a altas velocidades. Lleva armas principalmente para atacar objetivos aéreos, pero el piloto del Raptor también puede atacar objetivos terrestres desde distancias lejanas. . Y está equipado con tecnología de sigilo que le permite operar prácticamente sin ser detectado por los radares.
La Asociación Nacional de Aeronáutica concedió a Lockheed Martin el Trofeo Collier 2006, el premio más prestigioso de la aviación estadounidense, por «diseñar, probar y operar el revolucionario F-22 Raptor, proporcionando un dominio aéreo total para el futuro de Estados Unidos».