NASA adjudicó a Northrop Grumman el contrato para construir los nuevos propulsores sólidos (SRB, por sus siglas en inglés) del cohete SLS (Space Launch System, sistema de lanzamiento espacial). El fabricante -con sede en Brigham City, Utah- ya lleva producidos los motores para las tres primeras misiones Artemis, con las que NASA planea retornar a la Luna. Los propulsores para la cuarta, entre tanto, están siendo construidos actualmente.
El periodo de ejecución de este contrato se extiende hasta el 31 de diciembre de 2031. La formalización del acuerdo, valuado en 3.190 millones de dólares, se produce casi un año y medio después de la firma de una carta provisoria. En esta, con fecha de junio de 2020, se autorizó a Northrop Grumman a construir los propulsores para los primeros ocho vuelos del SLS y se le adjudicaban fondos para continuar el desarrollo de los mismos luego de estos. La NASA espera contar con un modelo mejorado de los SRB (que reemplacen el cuerpo de acero por compuestos, más livianos) para la misión Artemis IX, planeada para los primeros años de la próxima década.
Bruce Tiller, director de propulsores del SLS en el Centro de Vuelo Espacial Marshall de la NASA, situado en Huntsville, Alabama, señaló que «esta adjudicación garantiza que la NASA dispondrá de los propulsores de cohetes sólidos más potentes jamás construidos para las misiones Artemis». Tiller agregó además: «este contrato permite a la NASA trabajar con Northrop Grumman no sólo para construir los propulsores para las próximas misiones sino para evolucionarlos y mejorarlos».
Los propulsores gemelos de cohetes sólidos producirán más del 75% del empuje de cada lanzamiento del SLS. Los propulsores se basan en el diseño de los SRB utilizados en el Transbordador Espacial (STS), con un quinto segmentos añadido para producir la potencia extra necesaria para enviar el stack SLS, mucho más pesado que el Transbordador, al espacio profundo. Las primeras misiones, incluso, utilizarán segmentos que ya han volado anteriormente, recuperados del mar luego de impulsar al conjunto STS. Para ahorrar peso y bajar costos, los SRB no se recuperarán con paracaídas como se hacía en el programa STS, sino que luego de cada misión se estrellarán contra el océano y se hundirán.
El sistema SLS hace uso, además de los SRB, de los motores principales del Transbordador (Aerojet Rocketdyne RS-25, también llamados SSME). Los mismos serán modificados para adaptarlos a su nuevo rol: perderán la capacidad de ser recuperados, su diseño es mucho más simple, son alrededor de 35% más baratos que la versión original, y su empuje será mayor.