«Contratada» originalmente por All Nippon Airways a finales de 1980 para servir en algunas de las rutas aéreas con mayor tráfico en el mundo, tarea que sirvió con gran éxito durante más de dos décadas, qué se hubiese imaginado esta Reina que iba a terminar sus días jugando un pequeño pero bastante recordado e impactante rol en un tanque hollywoodense que luego le abriría la puerta a un trabajo por tiempo indefinido en uno de las principales atracciones de California: el Universal Studios Tour.
Luego del lanzamiento del programa 747 por parte de Boeing a finales de los 60, cuyos principales argumentos de venta pasaban por la posibilidad de transportar una cantidad hasta el momento inédita de pasajeros en vuelos de largo recorrido, las aerolíneas japonesas también vieron en el modelo una aeronave que podía adaptarse a la particular densidad del mercado del archipiélago, con grandes centros urbanos localizados a no más de 1.500 kilómetros entre sí.
Ante esta necesidad, Boeing desarrolló la variante 747SR (por short-range) que resignaba combustible y alcance brindando como contraprestación una capacidad de hasta 498 pasajeros, que además tuvo que ser sometida a refuerzos en su fuselaje, tren de aterrizaje y alas para poder soportar más del doble de ciclos de aterrizajes y despegues que los 747 tradicionales (52.000 en 20 años frente a 24.000).
Japan Airlines fue el primer y único cliente del 747-100SR, con cuatro aeronaves pedidas en 1972, que empezaron a ingresar al servicio comercial a partir de octubre de 1973.
En 1978 se sumó una subvariante, el Boeing 747-100BSR, con un peso máximo al despegue de 270 t que entró al servicio al año siguiente en All Nippon Airways (ANA) con una configuración que llegó hasta los 528 pasajeros y operaron en la compañía hasta 2006, según detallan en su sitio web. Y es en este lote que llega la Reina protagonista de esta nota, que se unió a la flota de ANA el 25 de noviembre de 1980 con el registro JA8147 (y número de línea 477).
Datos observados por Aviacionline a través de Cirium, plataforma de inteligencia aeronáutica, revelan que en junio del año 2000 (período más antiguo disponible en la serie), All Nippon Airways operaba 581 vuelos semanales dentro de Japón con sus 747, en rutas desde Tokyo/HND hacia Sapporo, Fukuoka, Hiroshima, Hakodate, Osaka, Komatsu, Matsuyama, Nagasaki y Okinawa; y desde Osaka hacia Sapporo, Fukuoka y Okinawa.
Las principales eran Tokio/HND – Sapporo y Tokio/HND – Fukuoka, ¡con hasta doce vuelos diarios en los Jumbo!, y una distancia de apenas 821 y 882 kilómetros respectivamente. La oferta de asientos de los 747 representaban alrededor del 20% del total de la oferta doméstica de ANA en Japón. La aerolínea llegó a tener 29 aeronaves de esa familia, 5 de la variante -200, 12 de la variante -400 y 11 de la -100BSR, esta última, recordemos, la de nuestra futura estrella de Hollywood.
Y volviendo sobre ella, prestó servicios en All Nippon Airways hasta mayo de 2004, cuando fue vendida a Boeing y almacenada en el aeropuerto de Victorville, California, uno de los principales cementerios de aeronaves del mundo.
Tiempos de gloria para el JA8147, operando en Haneda en 1990
Mientras la aeronave llegaba a su aparente destino final, a 150 kilómetros de allí, en Universal Studios, después de alrededor de dos años de tareas de preproducción, Steven Spielberg apuraba los últimos detalles para empezar a filmar un nuevo hit: la remake de War of The Worlds, protagonizada por Tom Cruise y la niña prodigio del momento, Dakota Fanning.
Una de las escenas más impactantes de la película, que arranca en el minuto 39, los muestra en el sótano casa de los hijos de Tom Cruise en la ficción (por si no la vieron, él está divorciado) cuando empiezan a escuchar de nuevo los rayos característicos de los aliens y también diferentes sonidos que no se logran identificar pero preceden a una fuerte explosión de la que se salvan guareciéndose en una pequeña habitación.
Con la calma nuevamente en escena, Tom Cruise sale del sótano y se encuentra con el motor de un avión en llamas y todavía girando dentro del living de la casa y, apenas adelante, la nariz de un Boeing 747 desprendida del resto del fuselaje. El vecindario es ahora el lugar de un accidente aéreo provocado por los extraterrestres.
Disfrútenla, si pueden:
Mucho de lo que está ahí se podría haber logrado con CGI (siglas de «Computer Generated Imagery), pero Spielberg es Spielberg, y un presupuesto de producción de USD 132 millones alcanzaba y sobraba para comprar el 747-100BSR ex All Nippon Airways (JA8147 y luego con matrícula N219BA), desguazarlo y trasladarlo desde Victorville hasta los estudios Universal para escenificar la catástrofe aérea (perdonémosle a Steven algunas licencias que se tomó sobre cómo podría quedar una aeronave después de semejante caída o qué pasó con los cuerpos de los pasajeros).
Los costos de la aeronave varían según la fuente de USD 60 mil por el fuselaje hasta entre USD 200 mil y USD 2 millones por las tareas de desguace, traslado y armado de la escena en los estudios.
War of The Worlds fue un éxito que recaudó USD 603 millones a nivel mundial y sumó muchos negocios adicionales, entre ellos, el de mantener la escena del accidente del 747 como parte del Universal Studios Back-lot Tour, esa meca que quienes aman la industria del entretenimiento deben visitar al menos una vez en su vida porque te lleva por todos los rincones de uno de los principales centros de producción en el mundo.
Y así es como esta Reina que por más de dos décadas sirvió a All Nippon Airways ahora yace en Hollywood apenas metros después del Bates Motel (Psycho).
Ya no trasladará los sueños de vacaciones, negocios o reencuentros de los pasajeros, pero al menos sirve para alimentar los de miles de personas que pasan todos los años por los estudios, en lo que, a la larga, es un final más feliz del que tuvieron la mayoría de las Reinas.
Así se la ve desde el espacio:
Y así la disfrutan quienes hacen el tour: