Julio de 2018, Farnborough Airshow, Reino Unido. Termina un anuncio de Qatar por cinco 777F en el chalet de Boeing y cuando estoy por salir corriendo para ver qué pasa en Airbus, veo pasar un asistente con cuatro maquetas. Las acomoda en una mesa, y cuando las veo bien me quedo sentado. La segunda noticia por la que había decidido viajar al evento más importante de la aviación comercial de los años pares (para los impares está París) estaba por comunicarse en ese momento.
Una de las maquetas no se queda en su pie, y quedará apoyada bruscamente sobre la mesa. Hace poco volví a ver dos fotos, y el simbolismo de las mismas me resultó sobrecogedor. Pero volvamos al anuncio.
Al rato apareció Dennis Muilenburg, en ese entonces el CEO de una Boeing que era símbolo de éxito. A su lado, Paulo Cesar de Sousa e Silva, CEO y Presidente de Embraer. Estaba viendo en vivo el anuncio del Joint Venture entre Boeing y Embraer por la línea de aviones comerciales de la Brasileña. Aunque todavía no tenía ese nombre (llegaría en Mayo de 2019), Boeing Brasil Commercial nacía formalmente en ese momento.
Claramente, la intención de las dos compañías apuntaba a cerrar el acuerdo durante 2019. La complejidad de la operación y unos cuantos peros que le pusieron diversas comisiones antimonopolio hicieron que esa fecha se estirara cada vez más. De hecho, la agencia de defensa de la competencia Europea sigue sin aprobar la operación y corrió su dictamen para el 7 de Agosto. Pero internamente, las dos compañías se habían puesto una fecha límite en enero de 2019 para completar la integración y cumplir una serie de condiciones.
Ese plazo vencía 15 meses después de haber sido firmado el acuerdo provisional. Vence a las 23:59 hora San Pablo del 24 de Abril de 2020. Hoy.
Las condiciones no parecían insalvables en su momento: mayormente giran en torno a cómo Boeing pagará el 80 por ciento de Embraer. Pero si esa cuestión se había vuelto particularmente compleja para el fabricante Norteamericano en el último año, la pandemia de COVID-19 terminó de embarrar todo.
En un contexto en el que la industria aerocomercial pide 60.000 millones de dólares de fondos públicos para poder pasar relativamente airosos esta crisis -cortando abruptamente cualquier inversión, cancelando pedidos y aprovechando un precio del combustible en mínimos históricos que permite no preocuparse tanto por la diferencia en eficiencia de consumo que permiten los aviones de nueva generación-, y en donde Boeing particularmente tiene por delante una factura por 19.000 millones en compensaciones derivadas de la puesta en tierra de los MAX, ¿hay bolsillo para gastar 4.200 millones en el 80% de Embraer Commercial? Y la otra gran pregunta: ¿Embraer Commercial sigue valiendo 5.000 millones?
No son pocos los analistas que creen que la respuesta a las dos preguntas es un rotundo no. Y tal vez el vencimiento del plazo que ocurrirá esta noche sea una salida más o menos elegante para Boeing, que debería pagar entre 75 y 100 millones por la anulación del acuerdo.
Nada indica que no pueda retomarse más adelante, con otros valores, ajustados a la realidad del mercado. Esto sería un golpe tremendo para Embraer, que apostó a este acuerdo fuertemente porque la va a tener muy difícil como productor independiente frente a Boeing y Airbus. Declaró que no está en condiciones de ofrecer garantías sobre «una extensión del plazo, la consumación del acuerdo o una fecha tentativa de consumación, si existiera.», por lo que las cartas están echadas. A las 00:00 hora San Pablo del día de mañana, Boeing Brasil Commercial puede ser una realidad, ir al alargue o desaparecer. Quedan horas. Veremos qué ocurre.
Ah, las dos fotos que les contaba. Miren donde está el 737 MAX.