Mientras la aviación comercial tambalea en todo el mundo y las compañías aéreas dejan en tierra casi la totalidad de sus flotas, Boeing evalúa opciones por afuera del paquete de asistencia que se negocia en el Congreso de EEUU.
Este paquete, por un monto total de 1,6 billones de dólares (de los nuestros), apunta a sostener las industrias y el consumo interno a través de inyecciones directas de capital en las compañías que necesiten recuperarse del pronunciado descenso de la demanda. Claramente, un sector que vio destruida esa demanda es el de la aviación comercial, y a partir de ahí, en toda la cadena de suministros de la misma.
Una de las condiciones de este rescate financiero es, del mismo modo que en la crisis de 2008 y el paquete de estímulos que recibió el sector bancario Norteamericano, la cesión de una parte del paquete accionario que represente el importe de capital que se inyectó en la compañía. Sin embargo, a Boeing -más precisamente, a sus accionistas- no le gusta esta condición.
«No hay necesidad de una participación accionaria» dijo David Calhoun, CEO de Boeing, en una entrevista en FOX Business. «Si fuera una condición no negociable, analizaremos todas las opciones adicionales que tenemos, que son muchas.»
Ante esa situación, Calhoun dice que prefiere que el estado genere una línea de créditos y repagar los mismos con intereses. «Preferimos que den asistencia a los mercados de crédito proveyendo liquidez, permitiéndonos tomar deuda apostando a nuestra recuperación futura, en la que creemos firmemente.»
Hace unas semanas Boeing retiró los últimos 13.800 millones de dólares de un préstamo que había pedido a fines del año pasado para paliar la crisis del MAX. Ahora busca créditos adicionales por 60.000 millones para asegurar las operaciones de 2020 y el principio de 2021. Pero ceder acciones, eso sí que no.
Mientras tanto, la producción está parada en Renton y en Puget Sound, la primera planta por las demoras en la recertificación del MAX y en la ensambladora de widebodies por los diferentes contagios de coronavirus que ocurrieron en la última semana.
Los vuelos de prueba del 777X se discontinuaron hoy -ayer hizo touch and go entre los distintos centros productivos-, pero la campaña de vuelos de prueba para recertificar el MAX continúa. La idea, claramente, es devolver el avión al servicio desde lo legal para dejar de pagar multas a los operadores: a partir de la firma, no es que Boeing no quiera entregar, es que los operadores no los van a querer recibir. Eso invierte el esquema de compensaciones y al menos corta la hemorragia de fondos que implican las penalidades.
En un contexto operativo en el que IATA estima las pérdidas globales de la industria en 252.000 millones de dólares, Boeing se planta y pone condiciones para recibir asistencia: que ninguno de los accionistas actuales vea diluida su posición.
Y por supuesto, esta medida fue bien recibida por aquellos que tienen participación en la compañía. La acción de Boeing subió 12% en un día. Al final del día, negocios son negocios.